A finales de 2021 tuve uno de los aprendizajes de negocio más importantes de mi carrera.
Ese año resultó ser de los más radicales de mi vida: la pandemia no se había acabado, decidí volver a vivir a la ciudad donde nací y con mucha dificultad logré viajar al exterior en un contexto no muy amigable para esas actividades.
Sumado a eso, estaba trabajando en un proyecto que no iba para ningún lado y que con los meses me daba cuenta que mi perfil y experiencia no era compatible con lo que el equipo necesitaba.
Se notaba y me lo hacían notar: El objetivo no era hacer producto, sino vender ideas para que otros equipos las ejecuten. Mis días estaban contados. Era hora de hacer un cambio.
A duras penas llegué a la segunda mitad del año. Entre mudanza y viajes, un amigo me cuenta que una conocida había comenzado su propia startup y que estaban buscando un Founding Product Designer. Palabra muy refinada para decir que tenían una idea pero nadie que la aterrizara en algo concreto y funcional.
Me dijo que si el proyecto me interesaba me podía pasar el formulario de aplicación y recomendarme. Después de analizar la propuesta, completé la aplicación y seguí con mi vida.
A los pocos días me escribieron para coordinar una de varias entrevistas.
Luego de elogiarme el portfolio y los trabajos que tenía publicado, me comentaron que por la naturaleza del producto que querían crear, estaban buscando un perfil con experiencia en Design Systems. ¿Design systems?
Me pareció extraño que una empresa que todavía no tenía producto esté priorizando un perfil con esas características, así que lo primero que me nació fue indagar más sobre el asunto.
Después de escucharlos con atención y de hacerles muchas preguntas, les dije que a mi parecer lo que necesitaban era una persona con experiencia en crear productos con foco en sistemas, lo que es muy diferente a crear un Design System.
Para que se entienda mejor: una cosa es crear un producto desde cero sabiendo que cada componente deberá ser flexible en cuanto a sus propiedades y al mismo tiempo escalable en cuanto a su uso, y otra muy distinta es crear un design system que parte de un producto ya existente que necesita auditarse, limpiarse y organizarse para que sea flexible, adaptable y escalable.
En fin, luego de terminar con la fase de entrevistas, me dijeron que en una semana estarían tomando una decisión y que me estarían escribiendo cuando eso suceda.
A la semana siguiente recibí este correo:
Era una respuesta posible. A pesar de mi recomendación, los fundadores seguían sosteniendo que pensar en design system desde el día cero era importante y decidieron continuar por ese camino.
A lo que respondí:
Y esta es la primera lección de negocios que aprendí y que me gustaría que te lleves:
Nunca ponerse por encima del cliente o de la persona a la que estás ayudando. Si ella está convencida de que ese es el camino, respetar su decisión y buscar la manera de aportar luz para que el recorrido le resulte más fácil, por más que no decidan avanzar con vos.
En este caso, no se me ocurrió mejor idea que recomendarle dos lecturas muy necesarias sobre design systems y que me fueron de mucha utilidad a lo largo de mi carrera: Atomic Design y Design Systems Handbook.
Aunque el proyecto me parecía muy interesante y me hubiese gustado formar parte del proyecto, por mi bienestar decidí soltarlo y seguir adelante.
Pero para mi sorpresa, a la semana siguiente recibí este otro correo de uno de los fundadores:
No lo podía creer. Se estaban arrepintiendo de la decisión de no contratarme y querían volver a conectar conmigo para que avancemos con el proceso.
A la semana siguiente me estaban haciendo la mejor oferta laboral que recibí en toda mi carrera.
Y acá viene la segunda lección de negocios que aprendí de esta experiencia:
Cuando aportas valor real sin esperar nada a cambio, las personas estarán dispuestas a pagar para recibir más de eso que les diste.
Imaginate si la conversación hubiese quedado en un simple agradecimiento por la conversación y un saludo de despedida. ¿Hubiese pasado lo que pasó?
En cambio, utilicé la preocupación que me estaban acercando (design systems) como una oportunidad para ayudarlos a avanzar con fuerza y claridad en su decisión.
En mis cursos y charlas, siempre remarco la importancia de adoptar una actitud de dar sin esperar nada a cambio. ¿Eso significa regalar nuestro trabajo? Para nada.
Lo que quiero decir es que las oportunidades están en las conversaciones. Cuando logramos transferir la atención en “nosotros” para aprender más sobre “ellos”, estamos comunicando que su problema nos interesa y que contamos con las herramientas y experiencia para resolver correctamente el problema.
Por eso es tan importante hacer preguntas durante una entrevista. Pero no cualquier pregunta, sino preguntas estratégicas que, de nuevo, sirvan para ayudarle a la persona a ganar claridad sobre su problema y lo que necesita para resolverlo.
No hay nada más liberador que dar sin esperar nada a cambio, porque sea cual sea el desenlace, vos ya tuviste la oportunidad de aportarle valor a alguien que ahora tendrá más claridad y seguridad para tomar una decisión. Y si esa decisión significa trabajar con vos, mucho mejor.
Entonces te pregunto, ¿estás dando sin esperar nada a cambio?
Feliz jueves 👋
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A todo esto:
Esta semana publiqué la actualización de mi curso “Diseño de Portfolios Exitosos”. Imaginate tenerme de asistente mientras te acompaño en el diseño de un plan de carrera y te ayudo a crear un portfolio que te permita llegar a los clientes, puestos y empresas que te interesan. Es 10x más barato que contratar a un experto para que te asesore y a las personas les está encantando. Podes conocer el programa acá.
Genial esta historia Agustín! Coincido completamente con vos y he aprendido a aplicarlo en mi vida profesional. Funciona siempre porque das valor sin interés de recibir nada a cambio. gracias por explicarlo con maestría y mediante una historia real en primera persona!