Desde hace unas semanas me viene apareciendo en mi feed de Instagram un anuncio de alguien promocionando un libro que promete revelar el paso a paso para alcanzar un millón de seguidores en esa red social. Intrigado, decido entrar a la cuenta de su autor para conocerlo mejor.
Al ingresar a su perfil, el sujeto efectivamente había superado el millón de seguidores. Pero había algo que no me cerraba.
Haciendo un escaneo de sus contenidos, identifico que el 80% de sus publicaciones eran fragmentos de videos virales que otros creadores habían hecho junto con un buen titular para atraer a la gente a verlo.
Si, los videos tenían miles de “me gusta” y seguramente muchas impresiones. Sin embargo, los comentarios, que son un excelente indicador para conocer el impacto del contenido en su audiencia, era astronómicamente menor en relación a la cantidad de seguidores que posee.
¿De qué me sirve tener millones de seguidores si mi contenido genera escasas interacciones en su audiencia?
En diseño de experiencia de usuario y en el mundo de los negocios tenemos un nombre para definir a las métricas que no valen la pena enfocarse: métricas de vanidad. En este contexto, el número de seguidores es una métrica de vanidad frente a una más gratificante como la cantidad de personas que deciden comprar tus productos o interactuar en tus publicaciones.
Identificar correctamente las métricas de vanidad para enfocarse en las métricas que verdaderamente impactan en el negocio es de vital importancia para el éxito de cualquier startup o proyecto. Lo que pocos saben, es que podemos aplicar este mismo criterio para definir mejor nuestros objetivos personales.
¿A qué me refiero con esto? Veamos algunos ejemplos:
Muchas personas promueven y celebran la cultura de leer decenas de libros al año como indicador de crecimiento personal y profesional. Al contrario, el retorno de inversión de un libro se encuentra en nuestra capacidad para aplicar lo aprendido en algo concreto y no en cuántas páginas sos capaz de leer por semana. Leer es importante, pero más importante es la habilidad que te aporta lo que lees.
Trabajar 12 horas al día es otra métrica que muchas emprendedores y “gurúes” de la productividad promueven para alcanzar el éxito. Sin embargo, de nada sirve trabajar tantas horas si el impacto del resultado es bajo o la tarea podría haberse resuelto en menos tiempo siendo más eficiente.
Identificar a tiempo las métricas de vanidad que inconscientemente consideramos como relevantes para nuestra vida es de vital importancia para tomar decisiones más inteligentes y dejar de engañarnos con estupideces que no nos llevarán a ninguna parte.
Veamos cómo aplicarlo.
En este contexto, una métrica de vanidad es aquella que:
Es fácil de alcanzar. Por eso genera tantas reacciones y funciona tan bien en redes sociales.
Sucede antes de alcanzar un objetivo más importante, pero no es el objetivo en si mismo.
Prácticamente el 80% de los influencers te lo van a recomendar.
Cuando se trata de alcanzar un objetivo, por lo general las métricas de vanidad se encuentran al comienzo del recorrido para lograr el resultado deseado.
Por ejemplo, si tu objetivo es crear una tienda online, un posible recorrido sería:
Ingresar al sitio
Explorar los productos
Guardar el producto deseado en el carrito
Comprar el producto
Enfocarse obsesivamente en las primeras dos etapas del recorrido (cantidad de visitantes y volumen de personas que exploraron los productos) puede comprometer lo más importante de tu negocio que es justamente que te compren lo que vendes.
La única razón por la que valdría la pena poner demasiado tiempo y atención en esas partes es si impiden que las personas puedan llegar exitosamente al final del recorrido.
¿Cuántas veces nos preocupamos tanto por cosas que lejos están de ser una señal de que estamos alcanzando el objetivo deseado? Cuando ponemos la atención en lo importante, veremos que existen mil formas de llegar al mismo lugar.
Pero a veces, el objetivo no es tanto crear algo sino destacar nuestras habilidades frente al resto.
En ese sentido, muchas personas se obsesionan con trabajar en grandes compañías, tener títulos académicos importantes o formar parte de círculos exclusivos. Todo esto porque creen que hacerlo les dará un signo de estatus en la sociedad.
Desde mi perspectiva, todas esas credenciales son métricas de vanidad porque cualquiera podría obtenerlas, siempre y cuando tenga los recursos y se lo proponga. Pero no necesariamente reflejan las habilidades reales de la persona.
Tener un título académico, un MBA o un doctorado no garantiza que seas capaz de levantar una compañía multi millonaria o tener un alto cargo en una empresa. Y sin embargo, conozco jóvenes emprendedores que sin haber pasado por la universidad lo logran.
Con esto quiero decir que el valor e impacto de nuestras habilidades se encuentra en los resultados, no en las credenciales. Si no hay coherencia entre lo que hago y lo que muestro, entonces no me sirve.
El problema y la razón por la que la mayoría se preocupa tanto por tener credenciales es porque son relativamente fáciles de obtener. Pero si tu objetivo es sacar a relucir tus habilidades, la única manera genuina de hacerlo es jugando a largo plazo y enfocándote en alcanzar mejores resultados a lo largo del tiempo.
Restarle peso a las credenciales y jugar a largo plazo tiene sus ventajas. Las personas más inteligentes e interesantes que conozco se interesaron más por las cosas que hice y logré antes que por mis credenciales. Y esa es la gente con la que vale la pena rodearse, colaborar y construir cosas.
Incorporar las métricas de vanidad a tu vida para poder identificarlas a tiempo te ayudará a ver las cosas con más perspectiva y a ocuparte por mejorar la calidad de todo lo que haces y te rodea por sobre la cantidad.
¿De qué me sirve tener 100 amigos si cuando tengo una emergencia me llaman 3?
¿De qué sirve alcanzar 300 mil seguidores en Instagram si lo que comparto no está alineado a mis valores y propósito?
¿Cuál es el sentido de leer un libro por semana si no soy capaz de compartir lo que aprendí con el resto ni de aplicar su contenido?
Nos obsesionamos tanto con la idea de que más significa mejor que nos olvidamos que para lograr más necesitamos menos. Mucho menos.
Es posible y sobretodo necesario erradicar las métricas de vanidad de nuestra vida para recuperar el control de nuestras decisiones y objetivos. Porque si no somos capaces de hacerlo, la sociedad nos terminará empujando cada vez más hacia ellas.
Todo lo importante lleva tiempo. Tener un negocio con impacto, construir una carrera exitosa, cultivar una audiencia fiel a vos y a tu propósito. Nadie que te prometa resultados inmediatos te va a decir esto, porque vivimos en una sociedad que no está dispuesta a postergar la recompensa.
Construí con lo que tenés, incorporá lo que necesites en el camino y sé intencional con tus acciones. Ante la duda pregúntate, ¿esto que estoy haciendo me ayudará a estar más cerca de mi objetivo final?
No existen las recetas. Tampoco existen las fórmulas mágicas.
Lo único que existe es el recorrido. De nosotros depende sacar lo mejor de el, y sobretodo, de disfrutarlo.
Hola Agustín, me gustan mucho tus contenidos, que pasó con el audio de este? con el audio he logrado ir escuchando los contenidos mientras hago otras cosas, decidiste dejar de hacerlos?, un saludo.