En 1991 nació este chico en Inglaterra:
Ya sé, te estáras preguntando quién es. Que no te gane la ansiedad que al final del correo te lo cuento. La historia y su recorrido lo vale.
De niño, tuvo que atravesar una operación que no salió bien y que le trajo complicaciones en uno de sus ojos y problemas en su habla. Por ejemplo, si quería decir algo en la escuela, su boca se paralizaba por completo y no podía expresar ni una palabra.
Me encantaría decir que esto no alteró su autoestima durante la infancia pero mi experiencia de vida me confirma lo contrario. Su condición lo empujó a ser víctima de bullying en la escuela al punto que ya no participaba más de las clases.
La terapia para recuperar su habla no lo estaba ayudando, hasta que la solución llegó del lugar más impensado:
Su padre le regaló un disco de Eminem y él fascinado con la rapidéz con la que Marshall pronunciaba las palabras, comenzó a memorizar todas sus canciones con tan sólo 10 años.
De repente, comenzó a escribir sus propias canciones. De repente, su tartamudeo desapareció.
A veces pienso que encontramos lo que nos apasiona en ese lugar al que uno llama refugio. En mi caso fue el diseño, para él fue la música.
Una voz y una guitarra era todo lo que necesitaba. Había encontrado su llamado en la vida. Lo que faltaba era que el resto lo descubra.
Con 10 años ya estaba programando 12 shows a la semana y fue cuestión de tiempo para que comience a grabar sus propios discos y venderlos.
Su carrera lejos estaba por despegar. Así fue que a los 14 años agarro el bolso y se fue a vivir a Londres donde podría tener más exposición y oportunidades para aprovechar.
Me encantaría decir que fue así y terminar la historia acá, pero no lo fue. Menos mal, porque sino me quedaría con la mitad de la moraleja. Lo siento por él.
En Londres hizo de todo, y cuando digo todo es todo. En 2009 llegó a tocar en más de 300 shows, colaboró con artistas, sacó discos, produjo sus propias canciones y también llegó a dormir en la calle cuando no tenía lugar a donde pasar la noche.
Porque, ¿cuál era el objetivo? Lograr que el resto lo descubra.
Atención que acá viene lo interesante:
Llega 2010 y las redes sociales finalmente se convirtieron en el punto de encuentro y exposición de cientos de millones de personas en todo el mundo.
Él no lo sabía, pero todos esos años de componer canciones, colaborar con artistas, pararse frente al público y grabar sus propios discos lo habían preparado para ese momento.
Pocos, por no decir una ínfima parte de sus colegas, estaban aprovechando tan bien el potencial de las redes sociales como él.
Comenzó a subir videos a internet compartiendo su música hasta que uno de ellos llamó la atención del rapero Example que fascinado por su estilo lo invitó a participar de su tour.
Esa experiencia lo ayudó a tener una exposición que, en sus 9 años de recorrido, Ed Sheeran jamás había alcanzado. Y adivinen qué empezó a hacer la gente que acababa de conocerlo: comenzaron a reproducir sus videos en Youtube.
De repente, “el colorado con la guitarra” comenzó a llamar la atención de todos los medios, y varios programas y revistas hicieron eco de su nombre. El éxito de la noche a la mañana es una tremenda mentira.
¿Y el desenlace de esta historia? Corta.
Ed Sheeran se mudó a Los Angeles para hacer despegar su carrera. Comenzó a compartir su música a diferentes sellos discográficos de los cuales no recibió una sola respuesta, hasta que finalmente firmó contrato con Atlantic Records para grabar su disco debut “+”.
Un año después, llegó a vender más de un millon de copias.
El resto de la historia es la que vos ya conoces.
Ahora, si hay una sola cosa que quiero que te lleves de este breve relato sobre Ed Sheeran es la siguiente:
Hacele saber a la gente que existís.
No importa cuánto talento tengas, que tan bueno sean tus trabajos o tu habilidad para diseñar. De nada sirve todo eso si no aprendes a compartirlo con el mundo.
A veces pienso que los diseñadores sufrimos del mismo síndrome egocentrista que algunos artistas:
Creemos que si somos muy buenos en lo que hacemos el resto se va a dar cuenta de nuestra existencia y nos va a venir a buscar.
El resto no se va a dar cuenta de nada. El resto sigue con su vida como vos haces con la tuya.
Vos tenes dos responsabilidades:
Trabajar en tu talento para estar listo para cuando la oportunidad te toque la puerta
Aprender a promocionarte y tomarte en serio la tarea de hacerle saber a la gente que existís.
Ed Sheeran lo hacía tocando en cuanto escenario sea posible, haciendo colaboraciones con otros artistas y creando material para compartir con el resto. Vos lo podes hacer subiendo tus trabajos a plataformas digitales, compartiendo lo que sabes en redes sociales e interactuando con otras personas que pueden aprender y recibir valor de tu experiencia.
Hacerle saber a la gente que existís es una tarea que no debe hacerse exclusivamente cuando buscás trabajo. No conozco mejor manera de llamar a las oportunidades que creando, compartiéndole al mundo lo que uno hace, conectando con gente y ayudando desinteresadamente a las personas que pueden beneficiarse de nuestros conocimientos y perspectivas.
Si queres que las cosas pasen y las puertas se abran, no alcanza con ser bueno. Necesitas hacerle saber a la gente que existís.
Nos vemos en el próximo correo.
PD:
Esta semana abrieron las inscripciones a mi workshop “Diseño de Portfolios Exitosos”: La misma hoja de ruta que utilicé para transformar mi portfolio profesional en un imán de oportunidades y dejar atrás los formularios de aplicación.
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