Cobrar muy bien por el trabajo es quizás el principal objetivo al que todo profesional del diseño y la creatividad aspira alcanzar.
Leemos libros sobre el tema. Hacemos cursos sobre el tema. Vemos horas de videos sobre el tema.
Y sin embargo, cuando llega el momento de ponerlo en práctica, muchos parecen quedarse en el camino.
El otro día me apareció el video de un emprendedor que planteaba la siguiente paradoja:
En el mundo existen personas que trabajan muy duro por su negocio y no ven progreso, mientras que otras con las mismas condiciones y menos esfuerzo tienen éxito. La diferencia no está en su capacidad, sino en sus creencias.
Tiene razón.
El dinero está directamente asociado al valor de las cosas. Cuanto más valor tiene algo, mayor será el precio para obtenerlo.
Todos queremos que las personas nos valoren más, pero la pregunta que necesito hacerte hoy es la siguiente:
¿Cuánto te estás valorando?
Te lo pregunto en serio. No me engañes.
Y ahora viene otra pregunta:
Ahora que sabes lo que vales… ¿cuánto de eso se refleja en las acciones que tomas para que ese valor se comunique?
¿Invertís tiempo y energía en la imagen que tu negocio proyecta al mundo?
¿Estás poniendo límites con tus clientes para respetar tu tiempo y salud?
¿Trabajas en tus creencias para que tu realidad sea coherente con tus deseos?
La percepción de valor que las personas tienen con nosotros es una proyección de la percepción de valor que tenemos con nosotros mismos.
Suena muy abstracto y metafísico, lo sé. Pero es real.
Aún así pareciera que el problema es el miedo. Siempre es el miedo.
Tenemos miedo de perder a un cliente si le ponemos límites.
Tenemos miedo de no tener más trabajo si aumentamos nuestros precios.
Tenemos miedo de que la oportunidad se caiga si defiendo lo que creo que es justo para mi negocio.
Y si. Es posible que pierdas un cliente o dos si comenzas a hacer todo eso. Pero te garantizo que la ganancia que te llevarás será infinitamente más grande que ese trabajo de mierda que estabas por tomar.
Porque una persona que es consciente de su valor atraerá personas que verán lo mismo que vos y alejará a las que no lo hagan.
Si sos una persona que toma decisiones de compra por valor y no por precio, atraerás personas que hagan lo mismo.
Si sos una persona que está atrás de todos los detalles, atraerás personas que valoren esa atención y estén dispuestas a pagar por eso.
Si sos una persona que valora todo lo que invirtió en su formación y años de experiencia, atraerás personas que estén buscando invertir en ese conocimiento para trabajar.
Nuestros pensamientos dictan nuestras acciones. Nuestras acciones definen nuestra realidad.
El problema es que muchas personas se quedan con lo que el presente les proyecta y no son conscientes de que pueden dar vuelta su realidad tomando mejores decisiones:
Invirtiendo en mejorar sus habilidades.
Trabajando para llegar a mejores clientes.
Invirtiendo en su posicionamiento y ofertas.
Todo lo que hacemos, las personas con las que trabajamos, las conversaciones que tenemos, la forma en la que gestionamos nuestro negocio, es un reflejo de nuestra auto-percepción de valor.
Cuanto más te valoras, más valor aportas al mundo, más personas valorarán lo que haces.
Nunca sucede a la inversa.
Y como me encanta hacer preguntas abiertas, te voy a despedir por ahora con la siguiente:
¿Qué acciones podes comenzar a realizar hoy para ser más coherente con el valor que deseas proyectar al mundo?
Abrazo virtual,
A
Un episodio del podcast
Una cita para reflexionar
“Ahora no es tiempo de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay.” – Ernest Hemingway