Recuerdo como si fuese ayer el día que hice el click definitivo y tomé la decisión de independizarme.
Hasta ese momento mi vida rosaba lo miserable. Pero lo más curioso es que no me daba cuenta, porque hasta entonces esa era mi normalidad.
Mis días consistían en subirme a un colectivo bien temprano por la mañana para ir a una oficina a cumplir horario y volver tarde a casa para sentarme a ver series o jugar videojuegos, hasta que termine el día y repetir de nuevo el ciclo.
Como suelo enfocarme mucho cuando estoy trabajando, había días en donde terminaba mis tareas mucho antes que el resto. Pero al estar lejos del cierre de la jornada, me tenía que quedar en mi espacio haciendo nada en la computadora.
A veces cabeceaba del sueño. Otras veces me paraba para no dormirme.
Estaba desesperado por dentro. Necesitaba escapar de esa realidad.
Pero si realmente quería cambiar mi realidad, primero tenía que hacerme cargo de lo que quería y actuar en consecuencia.
Y este punto es importante:
Darse cuenta del problema y actuar en consecuencia son dos acciones que deben ir de la mano.
La transformación es un proceso que siempre sucede de adentro para afuera. Nunca a la inversa.
Sin claridad en lo que uno quiere, no hay decisión correcta para tomar. Y sin decisiones para tomar no hay transformación.
Esa claridad llegó con una señal. Bueno, en realidad fueron dos.
La primera sucedió cuando por única vez en mi vida fui a pedir un aumento de sueldo porque mi salario estaba muy atrasado y me respondieron que no era posible. Ahí entendí que no era dueño de mis economía.
La segunda fue cuando a mi ex-socio y a mi nos invitaron a participar de un congreso de diseño en Chile y en el trabajo nos prohibieron ir juntos. Ahí me di cuenta que no era dueño de mi tiempo.
Dos momentos que para cualquier persona pasarían como un mal trago y se terminaría ahí, pero para mi fueron las señales que necesitaba recibir para hacerme cargo de que las decisiones que me llevaron hacia ese lugar no eran mías, sino de alguien más.
Si, las decisiones las había tomado yo.
Si, nadie me había obligado a estar allí.
Pero ante la falta de claridad y responsabilidad sobre la vida que quería, terminé optando (inconscientemente) por hipotecar mi vida y hacer lo que la sociedad esperaba que haga:
Conseguir un trabajo “seguro”
Tener un sueldo “asegurado” todos los meses
Seguir subiendo en la escalera corporativa
Estamos a días de que termine el año y me parece un excelente momento para recordarte que la calidad de tu vida de acá a un año dependerá de las pequeñas decisiones que tomes hoy, sostenidas a lo largo del tiempo.
No tienen que ser decisiones radicales o perfectas.
De hecho, mis mejores decisiones llegaron gracias a un mínimo de diez decisiones erradas.
El riesgo no es cometer errores. El riesgo es no tomar decisiones para no cometer ninguno.
Tal vez soy yo que todo lo aprendo haciendo, pero cada vez me doy más cuenta que la única manera de obtener claridad real en la vida es a prueba y error.
Existe una voz que te dice que debes ir por allá y le haces caso. Y si no lo era, no lo hubieses sabido si no lo intentabas. Ahora que avanzaste tienes más información para tomar una mejor decisión que te acercará a donde quieres llegar.
No existen grandes cambios sin pequeños cambios.
No existe progreso sin cometer errores.
La importancia de los estándares
La decisión que tomé en su momento de abandonar la comodidad y previsibilidad artificial de un trabajo en relación de dependencia para buscar la libertad financiera, de espacio y tiempo, fue la consecuencia de una incompatibilidad con mis propios estándares.
Algunas personas están felices trabajando toda su vida en un mismo lugar, cobrando un salario decente a cambio de 8 horas de su vida.
Otras personas no verán ningún problema si tienen menos de $100 USD en su cuenta bancaria y en consecuencia no harán nada al respecto.
Mientras que otras comenzarán a incomodarse si no pueden facturar una cierta cantidad de dinero al mes y en consecuencia comenzarán a hacerse preguntas.
Esas preguntas lo llevarán a hacer búsquedas en internet sobre cómo ganar más dinero, abrirá conversaciones con amigos y colegas que hayan alcanzado esa facturación y lo más importante, los llevará a tomar decisiones.
La razón por la que esto sucede es porque no todas las personas tienen los mismos estándares.
Quienes tienen estándares altos para su vida saben que tienen que revisar todo aquello que constituye su sistema de hábitos y desarrollar las habilidades que los llevará a alcanzarlos.
Quienes verdaderamente desean una mejor calidad de vida estarán dispuestos a reinventarse y renunciar a lo conocido para dar espacio al nuevo aprendizaje.
Todas estas pequeñas decisiones poco a poco se convierten en resultados.
Comienzas a reprogramar tu mente para buscar soluciones donde antes había problemas.
Decides consumir otra información que refuerce tus nuevas creencias y te aporte herramientas para alcanzar aquello que te propusiste.
Y lo mismo sucede con la gente que te rodeas:
Si pasas gran parte de tu tiempo con personas que se viven quejando de su trabajo pero no hacen nada al respecto, que están en pareja con alguien que detestan, que viven la semana esperando con desesperación el viernes para perderse de gira por la noche y odian los lunes. ¿Qué te parece que pasará con tu vida y estándares?
Cuando nos hacemos cargo de lo que queremos es cuando empezamos a tomar decisiones importantes.
Una persona que aspira a ganar más control y libertad sobre su vida debe adoptar un stack de habilidades, creencias y comportamientos que posiblemente no se encuentre en su círculo más cercano o area conocida.
Y cuando eso sucede, no hay nada más poderoso y seguro que acudir a los libros.
Puedo decir con total seguridad que los libros y la música me salvaron la vida.
Los libros fueron la manera más accesible y poderosa que tuve para empaparme de las mentes más brillantes que trajo este mundo. Fueron, y siguen siendo, un portal directo hacia el autoconocimiento, la mentalidad y las herramientas que necesito para materializar los objetivos que me propongo.
Muchas personas subestiman el tiempo y energía que se necesita para reprogramar una mente y visualizar nuevas posibilidades en una realidad que no se asemeja en nada a la que uno imagina en su cabeza.
Por eso es tan importante cultivar la paciencia, la constancia, pero sobre todo la fe.
¿Pero por qué la fe?
Porque cada vez me doy más cuenta que las personas que lograron grandes cosas, independientemente de sus creencias o religiones, fueron las que tenían una confianza ciega en que algún día todo ese esfuerzo y dedicación que le pusieron a algo terminaría valiendo la pena.
El camino es largo, con momentos buenos y muchos en donde te preguntas cuál es el sentido de semejante sacrificio.
Resulta imposible avanzar sin una confianza ciega en el proceso, en las pequeñas acciones que hacemos en el día a día y en una fuerza que va más allá de nuestro control pero que conspira a nuestro favor.
La gran mayoría de las personas, quizás a falta de fe, se conforma con todo aquello que le otorga beneficios inmediatos:
Dinero fácil, relaciones superficiales, comida rápida. Cualquier cosa que no le signifique un esfuerzo significativo para obtenerlo.
Pero esta es la paradoja del asunto:
Cuanto más fáciles son las decisiones que tomamos para nuestra vida, más difícil se vuelven con el tiempo.
Decisiones fáciles = Vida difícil
Decisiones difíciles = Vida fácil
Si realmente queremos vivir una vida con sentido, que despierte lo mejor de nosotros y sea reflejo de aquello que queremos experimentar en esta vida necesitamos estar dispuestos a soltar las expectativas que los demás tienen de nosotros, definir nuestros propios estándares y hacer algo al respecto.
Y la manera de comenzar a ganar claridad sobre cuáles son tus estándares de vida es haciéndote las preguntas correctas:
¿Qué relación quiero tener con mi tiempo?
¿Qué cosas no estoy dispuesto a sacrificar porque son importantes para mi?
¿Cómo sería un día ideal en mi vida?
¿Qué actividades o proyectos me encienden por dentro?
¿Qué situaciones o experiencias me hacen conectar con mi sentido de propósito?
La única persona que puede darle respuestas a esas preguntas y hacer algo al respecto sos vos.
El conocimiento en la era de internet
Pero sucede algo interesante cuando buscamos las herramientas para ganar perspectiva sobre nuestros estándares y tomar acción.
Al no estar rodeados de un entorno que nos eduque para alcanzar aquello que nos proponemos, no tenemos otra alternativa que salir a buscar la información afuera.
A esta altura de la historia, muchas personas acuden a las redes sociales como principal fuente de aprendizaje y conocimiento.
Pero lo que termina sucediendo es que la información disponible está incompleta y procesada para cumplir con su principal propósito que es generar interacciones y sumar seguidores.
La profundidad carece en estos espacios y la saturación de contenidos termina produciendo más daño que beneficios en las personas.
Quienes realmente estén comprometidos con su búsqueda y transformación deben estar dispuestos a ir mucho más hondo y tomar decisiones inteligentes:
Dejar de seguir cuentas que busquen distraerte con basura
Consumir contenidos que tengan profundidad (como los libros o este newsletter)
Invertir en educación de calidad
Los libros que leemos, las personas con las que nos rodeamos, los contenidos que consumimos en internet. Todo eso construye tu identidad en el tiempo.
Si quieres una mejor versión de vos mismo, necesitarás elegir conscientemente los contenidos que consumes y las personas con las que más tiempo decides pasar.
Nada de esto sucederá de la noche a la mañana. Requiere tiempo y paciencia llegar a la información que verdaderamente te hable a vos.
En el nuevo mundo de la (des)conectividad, de internet y redes sociales tenemos dos opciones:
Estar arriba del algoritmo o estar abajo del algoritmo.
Quienes estén abajo del algoritmo serán controlados por los contenidos que el mismo sistema te proporciona para que pases más tiempo consumiendo y drenándote la cabeza.
Quienes estén arriba del algoritmo lo utilizarán como una herramienta para crear, compartir ideas y consumir únicamente aquello que los ayudará a desarrollar su mentalidad, ganar confianza y conectar con su propósito.
Nadie nos preparó para este nuevo mundo, pero es más necesario que nunca recuperar el control de nuestro tiempo y de lo que consumimos.
Crear valor
Si algo me di cuenta este año es que no hay nada que le atribuya más sentido de propósito a la vida que aportarle valor a las personas.
Porque un verdadero creador de valor es una persona que a la larga desarrolla un control quirúrgico entre lo que entra y sale de ella misma. Cuida tanto lo que consume como lo que comparte.
Y para comenzar ese camino no necesitas hacer el mejor curso, comprar el mejor celular o esperar a renunciar a tu trabajo para dedicarte por completo a esto.
Simplemente necesitas compartir tus ideas, conocimiento y experiencias con las personas que están desesperadas por escucharlas.
Si te hace falta claridad sobre eso, podrías observar las cuentas que más resuenen con tus ideas y son un reflejo de la persona que te gustaría ser en el futuro:
Observa los contenidos que comparten.
Observa los hábitos que tienen.
Observa los productos y servicios que venden.
Reinventarse no es un destino, sino un camino de vida.
No tendrás todas las respuestas de la noche a la mañana y está bien que sea así.
Lo importante es que comiences a actuar en coherencia con los estándares que son tuyos y no los que la sociedad te quiere imponer.
Y cuando empieces a transitar ese camino, todo lo demás será una consecuencia de tu búsqueda por la libertad.
Hasta la próxima semana 👋
Nuevo episodio del podcast
En realidad no es un nuevo episodio porque decidí subir este artículo a mi podcast la semana que viene para darles exclusividad con el contenido. Mientras tanto, te invito a que escuches mi última publicación en donde comparto 5 maneras de optimizar tu tiempo y trabajo aplicando el Principio del 80/20. Podrás hacerlo acá.
Un regalo para vos
Estamos a menos de dos semanas de navidad y como me encanta está fecha del año decidí hacerles dos regalos entre esta semana y la que viene. El primero: mi nuevo curso de 7 diás llamado “Design Portfolio Playbook” en donde comparto los principios y estrategias que apliqué para crear un portfolio que me ayudó a cobrar más por mis servicios, llegar a personas por fuera de mi red de contactos y negociar mejores salarios. Click acá para descargarlo.
Una cita para reflexionar
"No divido el mundo entre los débiles y los fuertes, o los exitosos y fracasados. Divido el mundo entre los que aprenden y los que no aprenden." – Benjamin Barber
Excelente! Me siento identificada. Tus palabras me llegaron en el momento justo.
Excelente post; justamente me está pasando algo parecido a todo lo que describís, y me encuentro en esa búsqueda de girar el volante.