El domingo pasado corrí mi tercera maratón. Los 42k de Buenos Aires.
Se te cruzan mil cosas por la cabeza mientras haces la carrera, especialmente cuando estas cerca de llegar a la línea de meta.
Pensaba en todos los fines de semana que me tuve que levantar bien temprano para salir a hacer los fondos. Las tardes de invierno con menos de 5 grados en donde me tenía que presentar a entrenar a las 7 de la tarde y volver a las 9 de la noche a casa. Todas las veces que tuve que decirle que no a juntadas con amigos para salir a correr al otro día.
Un año así para una sola carrera.
Mi objetivo era bajar las 3 horas 45 minutos que era lo que necesitaba para pasar a la siguiente categoría. La terminé completando en 3 horas 27 minutos.
Lo que te acabo de contar y su desenlace me recordó mucho a una entrevista que le hicieron a Jerry Seinfeld, uno de los comediantes más influyentes de todos los tiempos y creador de una de mis sitcoms favoritas.
Con 38 años dedicándose a la comedia y al standup, en una entrevista le preguntan a Jerry cómo fue evolucionando su rutina diaria a lo largo de los años.
A lo que Seinfeld respondió:
“Es exactamente la misma. Hago exactamente lo mismo que hacía en 1975, con 21 años.”
Decía que todos los días se sienta frente a un anotador amarillo y agrega:
“Mi técnica de escritura consiste en el ‘no puedes hacer otra cosa’. No hace falta que escribas, pero no puedes hacer otra cosa.”
El entrevistador sorprendido con su respuesta le preguntó:
“¿Eso estuviste haciendo durante los últimos 38 años? Eso, para mi, suena a una tortura.”
“Lo es”, le responde Seinfeld. “¿Pero sabes qué? Tu bendición en la vida llega cuando encuentras una tortura de la que te sientas cómodo. Encuentra esa tortura y te irá muy bien.”
Cuando escuché esta reflexión por primera vez, no pude dejar de pensar en lo mucho que romantizamos el resultado, al punto de ignorar o subestimar todo el trabajo que implica para llegar ahí.
Cualquier cosa significativa que queramos tener o lograr, ya sea un negocio, un estilo de vida en particular o un trabajo, es la consecuencia de una sumatoria de acciones, sostenidas consistentemente en el tiempo, que debemos hacer para que ese resultado suceda.
Y la realidad es que si nos detenemos por un momento a pensarlo o verlo desde afuera, esas acciones repetidas en el tiempo pueden parecerse a una tortura.
A nadie le parece normal pasarse cientos de horas investigando un problema para llegar a una solución. A quién le parece divertido entrenar cinco veces por semana y levantarse muy temprano los sábados para ir a correr. Cualquier persona pensaría que es una locura renunciar a la comodidad de lo seguro para ir a emprender aquello que siente en las venas que tiene que hacer.
El tiempo y el foco que le destinamos a las cosas son el precio que hay que pagar para alcanzar el éxito.
Por eso es tan importante estar en paz con aquello que para el resto parece una tortura. Si no somos capaces de disfrutar del proceso, de nada sirve el resultado.
La semana pasada comencé un Mastermind para aprender herramientas y sistemas que me ayuden a hacer crecer mi negocio.
En uno de los videos del programa, el instructor dijo algo que llegó en el momento justo.
Dijo que es muy emocionante lograr grandes facturaciones con tu negocio y todas las cosas que se pueden hacer con ese dinero. Pero que la realidad, en el día a día, es un trabajo muy aburrido.
Es muy aburrido porque tenés que hacer las mismas cosas todos los días. Aferrarse a un sistema que sostenido en el tiempo te lleva al resultado que deseas, pero que de emocionante no tiene nada.
Por eso me parece tan acertada la reflexión de Jerry. Necesitamos estar a gusto con el proceso, con lo aburrido y repetitivo. No funciona si una semana se hace y después se abandona por cansancio o fatiga.
No funciona si le exigimos a la rutina que nos de la emoción que nosotros no podemos darle a las cosas. Hay que comprometerse en el tiempo y disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala el camino.
El domingo, cuando llegué a la línea de meta después de correr por casi tres horas y media sin parar, pensé que iba a quebrar en llanto. Sobretodo porque estuve a punto de bajarme de la carrera por dos malas experiencias que tuve en mis últimos entrenamientos y aún así me propuse hacerla igual.
Pero no lloré. Y cuando me pregunté por qué no lloré me di cuenta que no lo hice porque la carrera ya la había corrido mientras entrenaba.
Lloré en varias oportunidades mientras me preparaba para esta carrera. Pero cuando fui a buscar el resultado, no lloré.
Fue ahí cuando me di cuenta que el trofeo se gana en el proceso. No en la línea de llegada.
Hasta la próxima semana 👋
Nuevo episodio del podcast
3 Claves para que el Perfeccionismo No te Detenga – Un reconocido animador y productor canadiense perdió la oportunidad de su vida a causa de un fantasma que todos conocemos: el perfeccionismo. ¿Existe un perfeccionismo positivo? ¿Qué podemos hacer para que deje de ser un obstáculo para nuestros proyectos y productividad? El perfeccionismo puede ser una buena herramienta para crecer, siempre y cuando logremos que juegue a nuestro favor.
Una cita para reflexionar
“Existen muchos fenómenos en la vida que no podemos controlar. Algunos ejemplos incluyen el envejecimiento, la enfermedad, un jefe enojado, el clima, una pobre recepción a nuestro trabajo, la competencia y los tropiezos de nuestros hijos. Lo que si podemos controlar, sin embargo, es qué hacer en consecuencia, y ahí es donde debe descansar nuestro foco.” – Brad Stulberg
Me encantó!!! gracias
Festejo tu proceso y que lo puedas compartir! Siempre es un placer leerte. Cheers!