Existe un libro que todo emprendedor debería leer: The Hard Thing About Hard Things de Ben Horowitz.
Ben es un reconocido empresario e inversor estadounidense que sin darse cuenta pasó a ser parte de la revolución de internet durante los 90 cuando participó del equipo de Netscape, el primer navegador web comercial de la historia.
El libro me llegó de las manos de dos emprendedores con los que trabajé durante un viaje a Estados Unidos y leerlo fue integrar una de las verdades más crudas y necesarias para cualquier persona que emprende y tiene un negocio:
Que el camino no es fácil, sino difícil.
A simple vista suena obvio decir que emprender es complejo y desafiante. Sin embargo, pareciera que en el proceso de materializar nuestras ideas nos olvidamos muy fácil de esto.
Aceptar que el camino no será fácil es reconocer todo el esfuerzo que depositamos para que eso que es importante para nosotros suceda.
Entender que cada cosa que queramos lograr nos costará más de lo que imaginamos es evitar caer en el enorme error de que el problema somos nosotros y que emprender es para otros.
Tomarte personal todos los “NO” que puedas recibir de afuera es lo peor que puedes hacer para tu salud mental y la de tu negocio.
Cada “NO” que recibimos es información nueva que tomas para reducir cada vez más la brecha entre tu proyecto y las personas indicadas para trabajar con vos.
Entenderlo de esta manera te aportará mucho más control en tu negocio y te ayudará a tomar decisiones más inteligentes para acercarte más a tu cliente ideal.
Vivimos en una cultura que cree que las cosas más importantes como un negocio exitoso, una pareja estable y un cuerpo saludable se resuelven a base de los “3 Tips”.
“3 Tips para escalar tu negocio”
“3 Tips para que tu matrimonio sea exitoso”
“3 Tips para que tener un cuerpo envidiable”
La inmediatez en la que vivimos alimentada por los “gurúes de internet” y los medios de comunicación nos hacen creer erróneamente que alcanzar un objetivo valioso para nuestra vida es fácil y rápido, como los Tips.
Y como está tan de moda hablar del “éxito de la noche a la mañana”, quienes se animan a intentarlo caen en la decepción cuando ven que las cosas no funcionan como esperaban y cuando esperaban.
Que algo no te funcione no es señal de que fracasaste, sino un indicador de que todavía tienes algo que aprender ahí.
Que algo no suceda en los tiempos que arbitrariamente te pusiste no significa que tener tu propio negocio no sea para vos, sino la prueba que necesitas para saber qué tan paciente eres con lo que dices querer con todas tus fuerzas.
La paciencia y confianza en el proceso son dos ingredientes fundamentales para lograr que las cosas pasen. Hacerte la idea de que las cosas tienen que ser fáciles desde el minuto uno de tu proyecto no hará más que frustrarte en cada cosa nueva que quieras hacer.
Este es exactamente el mismo error que cometí al principio.
Durante los primeros años de mi estudio independiente todo era una frustración atrás de otra.
Me frustraba saber que lo que hacía era muy bueno, que mis clientes estaban felices con el resultado que les aportaba y sin embargo no era suficiente para llegar a más y mejores clientes.
En mi cabeza no encajaba la idea de reconocerme un excelente diseñador y al mismo tiempo no saber en qué iba a trabajar al mes siguiente cuando los proyectos se acaben.
Hasta que un día tomé una de las decisiones más importantes de mi vida:
Reconocer mi ignorancia y salir a pedir ayuda.
Comencé a formarme con mentores y profesionales que habían logrado lo que yo quería para mi vida.
Apliqué las herramientas y procesos que me decían que usara sin poner en duda sus palabras, porque al final todo lo que necesitaba era probar algo diferente hasta encontrar lo que me funcione.
Y en menos de un año mi negocio de diseño dio un giro de 180 grados.
Lo más revelador de esa experiencia fue el haberme dado cuenta de que mi mayor limitante de crecimiento no estaban siendo mis habilidades sino mis creencias.
¿Siguió siendo difícil? Totalmente. Pero cuando cambié mis creencias, todo cobró otra perspectiva.
De hecho, alguno de los aprendizajes más valiosos que aprendí para mi negocio de diseño los sintetizo en este entrenamiento que lancé hace unas semanas.
Aceptar que necesitaba ayuda para cambiar mi realidad fue de los actos más liberadores que tuve y la razón principal de todo lo que vino después.
Conocí personas increíbles, salí de mi zona de confort y aprendí una lección increíblemente valiosa:
Que lo fácil es complejo y lo difícil es simple.
Hacer que mi negocio funcionara era difícil, pero mucho más simple que intentar aplicar todos los “truquitos” que encontraba en internet, en cualquier orden y sin nadie que me diga si lo estaba haciendo bien o mal.
Y ese creo que es uno de los principales errores que cometemos en la era de la sobreinformación: creer que con la información alcanza, cuando la ejecución lo es todo.
La gran mayoría de las cosas importantes en la vida llevan tiempo:
Construir una relación valiosa lleva tiempo
Cultivar una vida saludable lleva tiempo
Crear un negocio que prospere y se rija bajo tus propias reglas lleva tiempo
¿Es simple? Si.
¿Es fácil? Para nada.
Por eso es tan importante mantenernos firmes a la visión de lo que queremos lograr, sin perder la conciencia del presente y ocupándonos de lo que nos toca hoy.
A veces, solo se trata de aceptar con neutralidad cada desafío que se nos presenta, sin juzgarnos por ello y reconociendo que detrás de eso hay un aprendizaje que una vez integrado hará que el desafío desaparezca.
Que algo no funcione no significa que ese algo sea el problema, sino que todavía no sabes cómo hacerlo funcionar.
Entender esta verdad te ubicará en un lugar muchísimo más maduro y protagonista que cualquier otra persona.
Porque cuando algo no te funciona y aceptas que el problema es tu ignorancia, tendrás en tus manos el control para buscar ayuda y la madurez para aprender cómo solucionarlo.
Una cosa es tener una idea y otra muy distinta es hacerla realidad.
Para que tu idea se materialice y prospere necesitarás experimentar infinitas veces y ajustar tus decisiones infinitas veces más.
En el proceso cometerás muchos errores necesarios y te habrás dado cuenta de muchas cosas que antes no habrías considerado.
Y en el medio conocerás aliados y mentores que te acompañaran en el camino y le traerán claridad a tus decisiones.
Todo esto para que al final te des cuenta que la belleza no está en darle vida a tu idea, sino en todo el camino que hiciste para que esa idea exista.
Te mando un abrazo,
Agustín
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Durante los últimos 6 meses, estuve trabajando en algo que creo que definirá las bases para una manera más simple, enfocada y rentable de tener un negocio de diseño.
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“El profesional ama su trabajo. Se compromete con ello con todo su corazón. Pero nunca se olvida de que el trabajo no es él.” – Steven Pressfield