Esta es la historia de un joven y su martillo.
A los 6 años, Stephen se enfermó y no tuvo otra opción que pasar la mayor parte del día en su cama. Como no tenía otra cosa que hacer, comenzó a desarrollar un amor por los libros producto de todas las horas que se lo pasaba leyendo.
Al poco tiempo, ese amor por la lectura se convirtió en un incesante interés por la escritura y que su madre no dejó de animarlo para que comience a escribir sus propias historias. El niño accedió.
Cuando cumplió 14 años, el joven clavó en la pared junto a su escritorio la primera carta de rechazo que recibió por su intento fallido de ver una de sus historias publicada.
En unos años, tuvo que reemplazar el clavo por uno con espiga que soportara el peso contra la pared de todas las cartas de rechazo que había acumulado hasta entonces.
Pero a pesar de las enormes dificultades económicas que atravesaba, las responsabilidades familiares y los trabajos difíciles que tenía que tomar para sobrevivir, Stephen nunca dejó de escribir.
Y aún así, seguía acumulando rechazos.
Aunque alguna de sus historias salían a la luz, su principal sustento seguía siendo el salario que recibía como docente de una escuela.
Hasta que un día. Hasta que un bendito día…
Una llamada en el interlocutor de la escuela detuvo el tiempo de Stephen. Abandonó las correcciones que estaba haciendo en el aula y caminó hacia la oficina de dirección.
Allí lo esperaba su esposa emocionada para anunciarle que su libro Carrie, que por un momento consideró abandonar, había recibido una carta de aceptación para ser publicada.
Desde entonces, la carrera de Stephen King no paró de subir. Sus libros vendieron más de 500 millones de copias en todo el mundo y muchas de ellas fueron adaptadas al cine y la televisión.
—
Cuando conocí esta historia por primera vez, no pude dejar de pensar en dos cosas:
Lo mucho que evitamos el rechazo
Lo mucho que permitimos que el rechazo decida por nosotros
La historia de Stephen King antes de ser Stephen King es la demostración viva de que el éxito tanto en la vida como en los negocios, es consecuencia del trabajo duro, la persistencia y fundamentalmente la paciencia.
Sin embargo, la mayoría deposita tantas expectativas en la suerte que ante el mínimo rechazo piensan que el problema son ellos, cuando en realidad es el tiempo diciéndoles:
No ahora.
Es imposible predecir cuándo sucederán las cosas y sin embargo, la única manera de acelerar los tiempos es siendo constantes, enfocados y ajustando nuestras decisiones con la información que solo se nos presenta si estamos en movimiento.
Cuando las cosas no salen como esperamos, cuando el resultado no llega cuando queremos, no es porque seamos inadecuados, sino porque nuestros tiempos no son los tiempos de esa fuerza cósmica que hace que las cosas sucedan. En el momento en el que aceptes eso, todo se volverá más liviano.
Por eso es tan importante mantenernos fiel a nuestro objetivo y a nuestra identidad.
Si no somos los primeros en confiar en lo que hacemos, no podemos esperar a que el resto confíe en nosotros.
Me encanta este fragmento de una entrevista que le hicieron al legendario Miles Davis y que dibuja muy bien esto que te quiero transmitir.
Son muchos los factores que crearon a Miles Davis y sin embargo hay uno que aplica a cualquiera de nosotros:
Miles Davis no podría haber sido Miles Davis si primero no hubiese amado la música.
Cuando algo es importante para vos, primero lo haces para vos mismo. Luego para el resto.
La onda expansiva siempre es de adentro para afuera.
En el instante en el que entiendes esto, juegas. Y cuando juegas, el tiempo y las expectativas pasan a tener otra prioridad.
¿Qué es el éxito sin el rechazo?
Querer saborear el éxito sin experimentar el rechazo es como querer recibir un trofeo sin haber competido. No tiene valor.
El éxito es hija del fracaso.
El éxito, independientemente del resultado, es vivir en coherencia con lo que sentimos y queremos hacer.
Cuando tomé la decisión de abrirme por mi cuenta lo hice con la estúpida creencia de que con mi talento y experiencia en el diseño alcanzaría.
No tuvo que pasar mucho tiempo para darme cuenta que a la larga era insostenible y que era simplemente una parte de todo el paquete de habilidades que lejos estaba de dominar:
Cómo promocionar mi trabajo
Cómo llegar a los clientes con los que quería trabajar
Cómo presupuestar correctamente mis proyectos
Por muchos años me comporté como un simple diseñador sin darme cuenta que lo tenía que hacer era comportarme como el dueño de mi propio negocio.
Ese pensamiento me llevó a pasar por infinitos rechazos que pusieron más de una vez en duda mi capacidad para materializar la vida que quería.
Pero de no haber sido por todos esos rechazos, jamás hubiese aceptado que me faltaba aprender mucho más que diseño. Que necesitaba salir de la zona de confort y reconocer que era un ignorante en todo lo que respecta a negocios.
No ahora.
Y en el instante en el que acepté eso y decidí hacer algo al respecto, fui a buscar ayuda y sobretodo, me dejé ayudar.
¿Desaparecieron los rechazos? No.
Pero fueron menos y diferentes rechazos.
Rechazos calculados que con insistencia y ajuste me llevaron al lugar que deseaba.
Volviendo a Stephen King…
Esta historia que te compartí se encuentra en un libro llamado “Los Cinco Grandes Arrepentimientos de los Moribundos” de Bronnie Ware, una enfermera australiana de cuidados paliativos.
Sus experiencias cuidando a enfermos terminales durante sus últimos días de vida la llevaron a escribir este bestseller que refleja lo verdaderamente importante de nuestra existencia.
Reflexionando sobre los testimonios que recibía de sus pacientes, llegó a identificar que los principales arrepentimientos que tenían sus pacientes antes de morir se podían resumir en los siguientes:
No haber sido fiel a sus sueños por haber tenido la vida que otros esperaban de ellos
Haber trabajado tanto
No haber sido capaz de expresar sus sentimientos
Haber perdido el contacto con sus amigos
No haberse permitido ser más felices
Debo confesarte que más de una vez puse en riesgo cada uno de esos arrepentimientos y cuando reflexiono sobre esto, me doy cuenta que permití que sucedan por miedo al rechazo.
Por miedo a lo que piense la gente de mi.
Por miedo a que no me acepten si elegía algo diferente para mi vida.
Por miedo a que la gente que quiero me abandone.
Pero yo te pregunto, ¿qué es mejor?
¿Una vida incoherente rodeado de las personas incorrectas?
¿O una vida en coherencia con uno mismo rodeado de personas que te apoyan?
Porque al final del día, la responsabilidad por no tener la vida que deseas no la tienen…
Los políticos
El mercado
Tu familia
Tus amigos
La tenes vos y tus decisiones.
Somos las decisiones que tomamos frente a los problemas y desafíos que se nos presentan.
Culpar a otras personas y al contexto no hace más que trasladar la responsabilidad por tu futuro a algo o alguien que no hará (ni tiene porqué hacerlo) para que tu realidad deseada se concrete.
Y te voy a dejar, por ahora, con esta pregunta:
Stephen King, ¿hubiese llegado a ser Stephen King sin todos esos rechazos que clavó contra la pared?
Te ahorro la respuesta: hubiese sido imposible.
Te mando un abrazo.
PD: ¿Te perdiste mi gran anuncio del año?
Durante los últimos 6 meses, estuve trabajando en algo que creo que definirá las bases para una manera más simple, enfocada y rentable de tener un negocio de diseño.
Un negocio que aproveche al máximo tu talento y experiencia y que te permita trabajar con más libertad y estabilidad.
Esta es tu invitación para que formes parte, junto a un reducido grupo de profesionales, del cambio más grande sobre cómo crear un negocio de diseño online.
Click aquí para conocer más sobre Blueprint.
Nuevo episodio del podcast
Una cita para reflexionar
“Si el trabajo no requiere creatividad, delégalo, automatízalo o déjalo.” – Naval