Qué difícil es poner límites.
Por alguna razón que desconozco nos cuesta mucho. Y como diseñadores, mucho peor.
Bueno, digamos que lo desconocía hasta hace un tiempo.
Tenemos la falsa creencia de que al no poner límites le estamos haciendo un favor a la persona que está del otro lado. Como si aceptar todos sus pedidos, ser flexibles a sus tiempos o atender todo lo que nos pida fuese una forma de demostrar interés y cuidarlo.
En otros correos hablé sobre esto, pero nunca está de más repetirlo:
La libertad está en los límites.
Esto no solo aplica a la vida, sino también a la creatividad.
La verdadera creatividad está en los límites. Cuando hay demasiada amplitud de tiempo, dinero, o recursos, la creatividad se desvanece de a gotas.
Lo mismo sucede con la atención y entusiasmo que le ponemos a las cosas. Si no sabemos poner y honrar nuestros límites, es bastante probable que tarde o temprano esa fuerza que nos impulsaba a crear se diluya y evapore con el tiempo.
Se me vino este tema a la cabeza a raíz de un acompañamiento que hice esta semana con uno de los participantes de nuestro programa y que su desenlace es una maravillosa lección sobre la importancia de honrar nuestros límites.
Resulta que apareció un proyecto que para sus intereses y objetivos profesionales era un sueño: diseñar el sitio web de un famoso festival de música.
El año pasado había trabajado para el mismo cliente y todo el valor que aportó fue muchísimo mayor que el precio que terminó cobrando. Pero para sorpresa de la productora, el diseñador con el que hoy hablaba era muy diferente al de aquella vez.
Hizo todo lo que había que hacer:
Agendo una reunión
Armó una propuesta excelente
Redactó un correo impecable
El cliente quedó encantado con la propuesta, pero estaba dispuesto a pagar 3 veces menos por lo que realmente valía su trabajo. Sumado a eso, estaba la urgencia de tener algo al día siguiente para anunciar el evento.
Estaba entre la espada y la pared. Tenía dos opciones:
Aceptar el precio para no perder el proyecto de sus sueños, faltándole al respeto a su trabajo.
Ponerse firme y comunicar con total claridad el valor real que estaba aportando, aceptando la posibilidad de que el cliente se baje.
Decidió ir por la segunda opción. Decidió no avanzar con ningún pedido hasta no tener confirmación total de su propuesta y pasó esto:
Hace semanas que vengo trabajando este tema con él y me enorgullece mucho lo que hizo. Una actitud así requiere coraje. Es de valientes. Y la valentía se recompensa.
En un momento de la charla, mientras debatíamos los pasos a tomar me detuve por un instante y le dije:
¿Sabés de qué se trata todo esto de poner límites y ser firmes con lo que uno cree justo?
De tener amor propio.
Poner límites es sobretodo tener amor propio.
Pero también es honrar la atención, el cuidado y el cariño que le ponemos a las cosas.
Saber cuándo decir que No y cuándo decir que Si es una manera de preservarnos a nosotros mismos y a la relación que tenemos con la otra persona.
No podemos tener un negocio exitoso ni una vida plena sin límites ni estructura. Necesitamos de ambas, en su justa medida, para que lo bueno suceda.
De hecho, acabo de armar un entrenamiento gratuito para ayudarte a integrar esto.
Deseo que te sirva tanto como lo hizo conmigo y mi participante.
Y si lo que viste en el video te resonó, te daría mucha claridad que agendes una llamada conmigo.
Abrazo virtual,
A
Un episodio del podcast
Una cita para reflexionar
“La inspiración no es privilegio exclusivo de poetas o artistas. Hay, ha habido y siempre habrá un determinado grupo de personas a las que la inspiración los visita. Está formado por todos aquellos que han elegido conscientemente su vocación y hacen su trabajo con amor e imaginación. Puede incluir médicos, profesores, jardineros; podría enumerar cien profesiones más. Su trabajo se convierte en una aventura continua siempre y cuando logren seguir descubriendo nuevos retos en él. Las dificultades y los contratiempos nunca calman su curiosidad. De cada problema que resuelven surge un enjambre de nuevas preguntas. Sea cual sea la inspiración, nace de un continuo, no lo sé”. – Wislawa Szymborska