Por qué ya no me obsesionan los objetivos

La perspectiva que lo cambió todo

Hoy en Bitácora:

• Marea: Bajar un cambio

• Brújula: El poder de los estándares

• Faro: Creencias limitantes

Bajar un cambio

Hola Navegante,

Desde que volví de mi viaje decidí tomarme las cosas con otro ritmo. Es bueno pausar cada tanto para recuperar energías y analizar el rumbo de las acciones que venimos tomando con mi equipo.

Muchas veces caemos en la frustración y el estrés porque hacemos más de lo necesario con tal de acelerar los procesos.

Esa ansiedad no hace más que obligarnos a tomar decisiones desde el apuro, sin atención y cuidado por las cosas que liberamos al mundo. Renunciamos al disfrute en pos de honrar las obligaciones que nosotros mismos nos ponemos y de exprimir al máximo nuestro rendimiento.

Lo curioso de todo esto es que, contrario al pensamiento popular dominante, lo lento y constante termina superando a lo rápido e intermitente.

El otro día me crucé con este video que representa lo que quiero decir a la perfección:

La sociedad nos quiere convencer que solo podremos alcanzar nuestros objetivos más ambiciosos en tanto nos “obsesionemos” con eso.

¿Pero de qué nos sirve obsesionarnos si eso conlleva renunciar a nuestra salud mental, física y emocional? ¿De qué nos sirve el objetivo si al alcanzarlo nos dimos cuenta que en el camino arrasamos con todo lo que estaba a nuestro alrededor?

La lección que nos deja el video (y la vida misma) es que la constancia va a superar siempre a la velocidad.

De nada sirve que te apures en el hacer si ese ritmo te llevará a abandonar el juego o detenerte en seco por un largo tiempo. Sin paciencia no hay disciplina.

Será mejor que te ocupes de a una cosa a la vez. Que visualices tu norte recordándote que tu éxito dependerá de las decisiones que tomes en el presente y de tu voluntad para no abandonar el camino.

El problema de atar nuestro bienestar al resultado es que al hacerlo indirectamente nos hace percibirnos insuficientes.

No nos damos cuenta, pero por dentro nos estamos diciendo:

“No estaré completo hasta que no tenga A o logre B.”

Esto es un grave error porque significa que estamos operando desde la falta, en vez de la suficiencia.

Creemos que lo que tenemos no alcanza para avanzar, cuando es todo lo que necesitamos para avanzar.

Si estamos constántemente pensando que no tenemos algo, ¿cómo podemos pretender que algún día lo tendremos?

Nunca podremos materializar todo el potencial infinito que tenemos, pero todo lo que materializamos es obra de nuestro potencial.

El poder de los estándares

Como te mencionaba arriba, es muy común obsesionarnos con el objetivo.

Creemos que tener un objetivo ambicioso es lo que nos llevará a lograr ese futuro ambicioso.

Pero en realidad, los resultados no son consecuencia de los objetivos, sino de nuestros estándares.

Cambiamos las cosas que no estamos dispuestos a tolerar.

Toleramos las cosas que no estamos dispuestos a cambiar.

Muchas personas se lamentan por cosas que después no están dispuestas a mejorar, porque en el fondo pueden tolerarlas.

Mientras que otras personas frente a la misma situación desfavorable deciden tomar acción porque su realidad está siendo incoherente con sus estándares.

¿Se entiende lo diferente que es esto a tener un objetivo?

Los estándares son criterios o referencias que consciente o inconscientemente nos ponemos para determinar el estilo y calidad de vida que tendremos.

Muchos estándares son autoimpuestos ya sea por la sociedad o por nuestra familia, mientras que otros existen por diseño.

La decisión a tomar acción no sucede gracias a un objetivo, sino a reconocer que hay algo que no queremos tolerar más porque es incoherente con nuestro estándar.

No decimos:

Tengo una relación tóxica y por eso me pondré el objetivo de salir con una persona comprensiva y amable.

Decimos:

En mi vida no hay lugar para relaciones tóxicas y por lo tanto solo doy lugar a personas que me respetan y valoran tal como soy.

No decimos:

Mis clientes me pagan muy poco y por eso me pondré el objetivo de buscar clientes que me valoren.

Decimos:

Por mi experiencia y valor solo trabajo con clientes rentables y por lo tanto me ocupo de atraer y colaborar con personas que valoran mi talento y están dispuestas a invertir muy bien por mis servicios.

Es una diferencia muy sutil, pero poderosa.

Porque mientras los objetivos parten del deseo, los estándares implican honrar aquello que es importante para nosotros.

Y como es importante para nosotros, estaremos dispuestos a hacer algo al respecto.

Estándares altos generan hábitos poderosos.

Hábitos poderosos generan resultados extraordinarios.

Por eso es tan necesario trabajar la mentalidad mucho antes que la estrategia.

Porque por más estrategia, información y herramientas que tengamos, si en el fondo todavía toleramos lo intolerable, seguiremos sin hacer lo necesario para cambiar la situación.

Si te pones a reflexionar, hay muchas cosas que hoy no estarías dispuesto a renunciar porque son importantes para vos. Y si tuvieses que hacerlo, sería el último de todos los recursos. La última de las decisiones después de haberlo intentado todo.

¿Qué pasaría si adoptaras la misma actitud con todo aquello que sigues aceptando por más incoherente que se sienta?

Muchas veces dejamos de tomar acción no porque seamos inadeacudos, sino por costumbre o desconfianza en nuestra capacidad para crear una nueva realidad.

Me gusta mucho esa frase que dice:

“Un deseo no cambia nada, pero una decisión lo cambia todo.”

En vos está decidir cuál camino tomar.

Abrazo virtual,

Agustín

Tu pregunta

¿Qué miedos o creencias limitantes están impidiendo que eleve mis estándares de vida en áreas clave como la salud, las relaciones o mi carrera?

"Al final, lo que verdaderamente perdura y nos fascina no es la ambición, sino el autodominio. El autoconocimiento. El balance." - Ryan Holiday

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