Hola Navegante,
Pasó mucho tiempo desde la última vez que te escribí, ¿no?
Lo siento. Colapsé por tantas cosas sucediendo al mismo tiempo.
Había perdido el disfrute de la escritura y eso es algo con lo que no se juega.
No podemos poner en riesgo aquello que nos hace bien por una obligación invisible y autoimpuesta, así que decidí tomarme un descanso del newsletter.
Además, es probable que ni te hayas enterado de mi ausencia, como también es probale que otras personas desorientadas por este correo decidan darse de baja del newsletter.
Ese es otro gran aprendizaje para cuando sientas culpa por querer tomarte un descanso:
Primero, crea para vos.
Si me sigues en Instagram, estarás un poco más al tanto sobre qué estuve haciendo este tiempo. Pero si no lo haces, acá te comparto un resumen muy breve:
En octubre finalizó mi programa de aceleración de negocios para fundadores y eso significa foco en planificar todo lo que se vendrá el año que viene.
Hace unas semanas estuve de viaje por Buenos Aires para hacer una producción audiovisual con algunos participantes del programa y lo mismo sucederá esta semana en Barcelona.
Estoy muy entusiasmado por todo lo que se viene. Siento que este año fue de muchísima experimentación y que el año que viene será de expansión.
Personalmente me expuse al límite con la incomodidad. Aprendí un montón sobre mis miedos, mis formas de hacer las cosas y desarrollé una de las habilidades más valiosas para cualquier emprendedor:
Aprender a bailar con el rechazo.
¿Cuántas veces dejamos pasar una oportunidad de oro, una conversación poderosa o incluso renunciamos a nuestra ambición por evitar el rechazo?
Si algo sobró en mi vida este año fue el rechazo:
Rechazo de personas que a último momento me dijeron que no iban a ingresar al programa
Rechazo de mi audiencia por un contenido que me llevó horas hacerlo y que no recibió ninguna reacción
Rechazo de propuestas que creaba para mi marca y que no generaban interés
El rechazo duele. Pero más duele abandonar un sueño para evitarlo.
Aprendí que el rechazo no es más que un mecanismo de depuración.
Es la manera que tenemos de filtrar lo que es mejor para nosotros, lo que funciona, mientras descartamos aquello que sobra para nuestra vida o para el momento en el que se encuentra nuestro negocio.
Además, aceptar el rechazo me enseñó a valorar mucho más todo lo que tengo para ofrecer.
En vez de intentar convencer a alguien de lo mucho que le ayudará trabajar conmigo, acepto su decisión y paso a enfocarme en otra cosa.
Es más productivo poner la atención en refinar nuestro mensaje para llegar a personas mejor decididas y conscientes de su problema, que buscar convencer a alguien de hacer algo que en el fondo todavía no se siente capaz de hacerlo o preparada.
Donde ponemos la atención, ponemos la energia.
Cuando elevamos el estándar de nuestra marca, elevamos la calidad de nuestros clientes.
Muchas veces como emprendedores descuidamos esto y en cambio nos vamos de lleno a las acciones directas que nos llevan a las ventas:
Más publicidad
Más llamadas de venta
Más marketing
Pero, si…
Nuestro mensaje no es sobresaliente
Nuestro producto no es de altísimo valor
Y nuestro sistema de captación de clientes no está aceitado
Cualquier acción que hagamos para maximizar nuestro alcance no hará más que amplificar esos problemas.
Si nos detenemos a observar cómo operan las marcas premium en el mercado, veremos que hay muchísimo trabajo en los detalles. Pequeñas decisiones que en su conjunto elevan la percepción de valor de sus productos y las posiciona muy por encima de la competencia.
Cuando hacemos esto con nuestro negocio y proyectos, las ventas se vuelven más fácil y el filtro se hace más rápido, porque estamos comunicando que no somos una marca para todo el mundo y que nuestro servicio es tan exclusivo como las personas que deciden trabajar con nosotros.
El fracaso es información.
El rechazo es información.
El éxito es información.
Debemos evitar identificarnos con cualquiera de estas banderas y poner la atención en lo importante:
Qué nos dice su contenido.
¿Mi hipótesis era correcta?
¿Estoy haciendo bien las cosas?
¿Este éxito es coherente con la vida que quiero?
Cuanto más neutrales seamos con su interpretación, mayor precisión ganaremos para mejorar nuestro próximo movimiento.
Toda creación que libramos al mundo nace de la unión entre la información que disponemos en el momento y nuestra historia.
Toda creación que libramos al mundo es experimentación.
Y cuanto más experimentemos, mayor claridad ganaremos.
Muchas personas no experimentan. Al menos no lo suficiente como para saber lo que son capaces de hacer.
Se identifican demasiado con el título que les dio la universidad o con la posición que tienen en su trabajo y pueden pasarse toda la vida haciendo lo mismo porque saben que les funciona.
Es su zona cómoda. Su espacio seguro.
Salir de ese avatar que nos construimos en algún momento para crear uno nuevo implica correr algunos riesgos:
Riesgo a que nuestros pares dejen de respetarnos.
Riesgo a perder amigos.
Riesgo a la desaprobación.
¿Pero sabes qué?
Ninguno de esos se compara con el peor de todos los riesgos. El que comete la gente que no puede salirse de las etiquetas que ellos mismos se crearon en algún momento:
El riesgo a nunca encontrarse.
Nuestro tiempo es limitado.
Cuando somos muy jóvenes creemos que es infinito.
Cuando somos adultos nos damos cuenta que en realidad dura menos de lo que imaginamos.
Madurar es hacernos cargo de nuestra ambición y tomar los riesgos necesarios hasta convertirnos en la persona que estuvimos destinados a ser.
Además, no le debemos nada a nadie y no somos tan importantes como creemos.
Ambas verdades son muy liberadoras.
Te abre las puertas a experimentar y jugar sin límites.
A probar cosas nuevas hasta encontrar las señales que necesitas para llegar a tu verdadero yo.
El camino fácil crea personas débiles.
El camino difícil crea personas fuertes.
La incomodidad de hoy es el gran beneficio de mañana.
Todo comienza con una decisión.
Y esa decisión tiene el potencial de convertirse en la más importante de tu vida.
"Además del noble arte de hacer las cosas, está el noble arte de dejar cosas sin hacer. La sabiduría de la vida consiste en eliminar lo no esencial." - Lin Yutang
Muy bueno Agustín! Gracias por volver :)
Me encantó esta vuelta!